Mientras avanzaba por mi licenciatura estaba en paralelo integrándome a una iglesia bautista reformada. Ya había pasado por un año de otra carrera que odié y ya había pasado por muchas otras iglesias bautistas. Ahora sentía que estaba entrando en tierra derecha. Mi carrera me encantaba, al igual que mi nueva iglesia. Fueron años de un aprendizaje deliciosamente abrumador. Aprendía física y aprendía Biblia sin parar.
Pero han pasado los años, más de 10 años desde el comienzo de esa nueva etapa y hoy me doy cuenta de la aplastante necesidad de unir ambas comunidades. Sí, digo “comunidades” y no “disciplinas” porque creo que las disciplinas ya están unidas. ¿En qué sentido?
Consideremos que la Ciencia como disciplina está completamente influenciada por el contexto y la cosmovisión de las distintas épocas en la historia humana. Recordemos cómo en la antigüedad los griegos no podían pensar en órbitas planetarias que tuvieran otra forma más que circular debido a que ellos consideraban que los círculos eran la forma que representaba la divinidad y por lo tanto, la perfección. Este ejemplo (de muchísimos otros) es una muestra de cómo la visión de la divinidad y el entendimiento de ella, es decir, de la teología, afecta la ciencia. Cómo es la relación entre ellas o cómo se influyen mutuamente es un tema de debate, pero en lo prácticamente todos estamos de acuerdo es que las conclusiones que se sacan en una de estas disciplinas no se aplica directamente a la otra. Esto significa que si en ciencia descubrimos que las hormigas tienen un horario particular no podemos decir automáticamente que Dios es como las hormigas y tiene ese mismo horario. Eso sería absurdo. Probablemente lo que diremos es que Dios es un Dios de orden o lleno de creatividad. Pero eso es una conclusión indirecta que se toma de lo que se aprendió en el mundo natural.
Por otro lado, la Ciencia y la Teología no responden las mismas preguntas. La teología trata de responder por qué el universo fue formado y cuál es el rol que los seres humanos tenemos en él. Pero la ciencia trata de describir cómo el Universo funciona y bajo qué leyes.
En fin, el punto es que por parte de los científicos hay poco interés y por lo tanto, poco conocimiento de filosofía y más aún de teología. Pero por el otro lado, las iglesias tienen poco interés y por lo tanto, poco conocimiento de ciencia tienen. Cada comunidad cree entender la posición del otro y se miran con recelo mutuamente. No digo odio, digo simplemente recelo, suspicacia, cuando creo que deberían mirarse con cariño, tratando de aportar a las discusiones de cada disciplina.
La pregunta importante creo yo es ¿qué le aporta la teología a la ciencia y viceversa, la ciencia a la teología?
Aquí trataré solo de responder la segunda parte de esa pregunta: qué le aporta la Ciencia a la Teología. En este caso, hablando solo de teología cristiana, en donde creemos que la Biblia es la palabra revelada por Dios a la humanidad.
En primer lugar creo que el estudio de la Ciencia ayuda a la interpretación bíblica. Y aquí yo sé que rápidamente alguien podría dejar de leer, pero te pido que sigas poniéndome atención y luego juzgues mi argumento. Nosotros como cristianos, y particularmente como cristianos protestantes tenemos la convicción de que la Biblia es infalible, lo cual quiere decir que no tiene errores. Lo que Dios dice no tiene errores. Pero. Pero nosotros como oidores de la esa Palabra, sí somos falibles y por lo tanto, nuestra interpretación de ella, ya sea de manera teórica o práctica está llena de errores debido a que somos seres corrompidos por el pecado. Necesitamos por lo tanto, cierta guía que nos ayude a entender que estamos interpretando correctamente la Biblia. Y entre algunas herramientas, tenemos a la Ciencia.
La Ciencia está hecha por seres humanos y por lo tanto, es también falible, sin embargo es una disciplina que se basa en una metodología razonable, es decir, en donde se trata de explotar la razón humana. No es perfecta, sin duda, pero es de las mejores cosas que ha hecho el ser humano para poder comprender el lugar en donde vive. Esto ha hecho que a medida que las personas intentan interpretar lo que dice la Biblia, nos vamos intentando apoyar con lo que dice la Ciencia.
Si hubo personas en la antigüedad que creyeron que la Tierra era plana, que era inmóvil, que éramos el centro del Universo (o al menos del sistema solar) y que creían que eso era lo que estaba expresado en la Biblia, fue gracias a la Ciencia que nos pudimos dar cuenta que nuestra interpretación estaba errada. Por supuesto, darse cuenta de ello no fue nada fácil, pero cuando el hecho se hizo incuestionablemente evidente, entonces ya no había nada que hacer.
En segundo lugar, creo que existe cierta creencia dentro de la iglesia de que el propósito de la ciencia es lograr desacreditar a Dios. Entiendo de donde viene esa sospecha. Viene del hecho de que cuando intentamos encontrar explicación a algún fenómeno llega un momento en el cual sentimos que no podemos avanzar más. Por ejemplo, Newton (1643-1727), uno de los más grandes científicos de la historia y padre de lo que se conoce como Mecánica Clásica, cuando se encontró con la pregunta de ¿por qué los planetas orbitan todos tan ordenadamente alrededor del Sol? Su respuesta fue: Dios. Pero luego llegó Laplace (1729-1827) y dio una explicación que tenía que ver con la manera en que el Sistema Solar se formó, y entonces “ya no necesitaba a Dios”. ¿Es verdad que era una explicación sin Dios? En cierto sentido sí, ya que simplemente usaba mecanismos “naturales” para explicar ese orden. Y esto es lo que se ha ido haciendo a lo largo de la historia con la Ciencia, por lo cual, da la sensación de que efectivamente la tarea de los científicos es sacar a Dios de escena.
Pero eso es en última instancia un error. La pregunta de si Dios existe o no, si interviene o no en su creación no es una respuesta que se pueda responder con Ciencia. ¿por qué? En mi opinión existen dos motivos. El primero, es que Dios vive en dimensiones completamente externas a nosotros y por tanto, si le viéramos, le veríamos de maneras “distorsionadas” que no entenderíamos completamente. Y la segunda razón, quizá relacionada con la anterior, es que bíblicamente Dios se “oculta” de los seres humanos (escribiré otro artículo acerca de esto). Por lo tanto, nuestro trabajo es usar nuestra razón para tratar de comprender lo mejor posible las reglas que Dios imprimió en su creación, esforzándonos por leer los mecanismos naturales que la rigen y no simplemente contestar “Dios lo hizo”.
Por todo esto, como creyentes no debemos tener temor de la Ciencia, porque nosotros ya sabemos de antemano que Dios hizo todo, no necesitamos que la Ciencia nos lo diga. Nosotros simplemente queremos aprender desde la Ciencia, cómo Dios ordena y piensa sus obras.