¿Por qué poner metas para el año?

A muchos puede parecerles un poco exagerado poner metas cada año y quizá a ti también. Suena a algo que hacen solo los más obsesionados con la productividad. Hace más de 10 años atrás comencé a ponerme metas a comienzo de año. La fiesta de Año Nuevo siempre ha sido un ritual para mí que realmente significa cambiar. Así que me pareció que era un buen momento para pensar en lo que había sido el año anterior y en lo que quería que este año se convirtiera. Junto con tres miembros de mi familia decidimos apoyarnos en esta idea. Presentamos 10 metas para el año y ganaba el que lograra más. Durante los primeros años de hacer esto, prácticamente ninguno de los cuatro lograba nada, pero con el pasar del tiempo, aprendimos que poner metas es un arte que se debe perfeccionar. 

Poner metas tiene que ver, en última instancia, con lo que quieres hacer con tu vida. Y esa es una pregunta que requiere de mucha sabiduría para ser contestada. No tiene que ver solamente con los detallitos que quisieras tener o lograr este año, como comprarte una chaqueta nueva o tomar un curso de acuarela. ¿Por qué quieres una chaqueta nueva o por qué quieres hacer un curso de acuarela? La respuesta a esas preguntas te dará una buena señal de si lograrás cumplirlas o no. Mientras más años pasan haciendo esto, más me doy cuenta que debo ser muy cuidadosa escogiendo lo que quiero lograr en el año porque no quiero estar a mitad de este y darme cuenta que en realidad no me interesa lograr ninguna de esas cosas o que simplemente son una pérdida de tiempo.

El Salmo 90 dice así: 

¿Quién conoce el poder de tu ira,

Y tu indignación según que debes ser temido?

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,

Que traigamos al corazón sabiduría

Nuestra vida pasa como una niebla que trae momentos de alegría pero también de dolor. Aquí el salmista está totalmente consciente de ello, sabe que sus días serán muchos para sufrir, pero al mismo tiempo, muy pocos para aprender sabiduría y gozo. ¿Cómo debemos vivir nuestros días? Por cierto que con la confianza en que Dios es soberano y Él hace como quiere con nosotros, pero también con la convicción de que somos responsables por el tiempo que se nos ha dado. La tradición anual de ponerse metas es una manera práctica de “contar nuestros días” y tomar responsabilidad de nuestro tiempo. 

Un ejercicio sencillo pero revelador es estimar cuántos años llegarás a vivir y qué persona quisieras llegar a ser en ese momento. Luego, mira en qué momento de tu vida estás y cuánto tiempo, ya sea en años o semanas, te queda para llegar hasta ahí. Cuando veas con tus propios ojos el tiempo que probablemente te queda te darás cuenta que es una buena idea ponerse a trabajar ahora. 

Si es tu primera o de las primeras veces que haces esto, es probable que no te sea nada sencillo ponerte metas. Comenzarás a preguntarte cosas como “¿qué es lo que quiero lograr este año? o ¿qué es lo que vale la pena intentar este año? o mejor aún, ¿qué es en lo que Dios quiere que trabaje o haga este año?”. No te pongas ansioso ante esas preguntas, es muy saludable hacérselas. Pablo les dice a los Efesios en su carta: 

“Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos. Por tanto, no sean insensatos, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor.” (Efesios 5:15-17)

Pablo nos vuelve a recordar (como si ya no lo supiéramos) que en la vida nos encontraremos en medio de mucho dolor y dificultad y por esto nos manda a no vivir como necios desperdiciando nuestro tiempo en cualquier tontería, sino que aprovechando el tiempo que Dios nos ha dado para adquirir sabiduría y preparación para soportar los días malos y disfrutar de los buenos. Pero fíjate lo que añade después. Pablo dice que nos esforcemos en entender qué es lo que Dios quiere para nosotros, es decir, está bien que te cuestiones qué es lo que debes hacer con tu tiempo. Pensar en esto es una tarea difícil para cualquier cristiano (y cualquier persona). Para nadie es claro qué paso seguir exactamente cada día, por eso necesitamos rogar por sabiduría al Señor para que podamos planificar correctamente cómo invertiremos nuestro tiempo. 

“Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero». ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla que aparece por un momento y luego se desvanece. Más bien, debieran decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello». Pero ahora se jactan en sus fanfarronerías. Toda esta jactancia es mala.” (Santiago 4:13-16)

La responsabilidad de contar nuestros días y aprender sabiduría recae sobre nuestros hombros, pero tal como Santiago nos está recordando en este pasaje, debemos tener mucho cuidado al pensar que nuestros planes son solamente controlados por nosotros. Ninguno de nuestros planes (como ya te habrás dado cuenta a esta altura de tu vida) se hace exactamente como nosotros queríamos (¡menos mal!). Esto es lo que tenemos que tener en mente y una buena manera de hacer esto es entregar tus planes al Señor de los planes. Presenta tus metas como una ofrenda de tiempo para Él y pídele que te ayude a pensar en buenos planes para este año; planes que le den gloria con tu tiempo y servicio a Él. 

Si durante el año surgen circunstancias que tú no puedes controlar y esto resulta en un fracaso de tus metas, pues gloria al Señor, quien permitió esas circunstancias por alguna razón que desconocemos. Si hiciste lo mejor que pudiste con las situaciones que sucedieron, entonces puedes estar en paz con el Señor y darle gloria. Si no hiciste lo mejor, entonces es un buen momento de evaluar qué pasó y arrepentirse ante el Señor de lo que haya que arrepentirse. Sin embargo, también podría suceder que tengas un año casi como lo planeaste, resultando en el cumplimiento de la mayoría si no todas tus metas propuestas. Santiago dice que debemos tener mucho cuidado con jactarnos de ello, pues es Dios que en su misericordia permitió que pudiera ser así. Démosle gracias al Padre por la energía, sabiduría y disciplina que nos dio para tener un año exitoso en servicio a Él, disfrutando de lo que hemos logrado sin sucumbir ante el orgullo de pensar que somos mejores que los demás, sabiendo que simplemente hemos administrado bien lo que nuestro Señor ha puesto a nuestro cuidado.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *